Son el
segundo orden de insectos más numeroso después de los coleópteros, alcanzando
175.000 especies, se agrupan en 127 familias y desarrollan uno de los procesos
de crecimiento más fascinantes entre los animales: la metamorfosis. Comienzan su vida como huevo, eclosionan dando lugar a una oruga y antes de
convertirse en un adulto, adquieren la forma de una cápsula inmóvil,
conocida como: pupa. Esta les permite desarrollar el llamativo par de alas que caracteriza a
su etapa adulta.
Los lepidópteros o mariposas, se estructuran en
base a un cuerpo con seis patas y dos pares de alas cubiertas de escamas
imbricadas, es decir, perfectamente alineadas y ordenas para volar según sus necesidades; Muy similares a
las escamas de los peces, que se alinean para facilitar el desplazamiento de
estos animales en el agua. En las mariposas, este alineamiento de escamas estabiliza el paso del
viento por debajo y sobre las alas durante el vuelo.
Como la mayoría de los
insectos en su etapa adulta, el cuerpo de las mariposas esta compuesto por tres
secciones: cabeza, tórax y abdomen. Desde el tórax
y el abdomen, se desarrollan tres pares de patas y
desde la cabeza nace un par de antenas bien desarrolladas y una de las
estructuras más características de los lepidópteros: la espiritrompa; una
formación parecida a una lengua que les permite extraer el néctar de las flores y
así obtener energía para volar y reproducirse. Antes de esta etapa, el
cuerpo de las mariposas es completamente diferente. El huevo, la larva y la pupa, todas
etapas anteriores a la adultez, son estados de desarrollo que describen
modificaciones profundas y estructurales.

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